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Demos testimonio de Jesús Con hechos reales



Queridos hermanos,

Jesús de Nazaret hizo su propio sondeo. La pregunta clave fue: “¿Quién decís vosotros que soy yo?”. Pregunta sin ambages, directa, comprometedora incluso. Pregunta que hoy reitera Jesús a todos sus seguidores, a todos los que nos llamamos cristianos. Pregunta que está exigiendo una respuesta, por nuestra parte, clara, decidida, rotunda. Como fue la respuesta de Pedro.


Entonces la sola palabra de Pedro le sirvió a Jesús. Pero para el mundo de hoy no valen las solas palabras. Necesita hechos de vida, ejemplos concretos, actitudes convincentes. A Cristo hoy también le vale nuestra confesión sincera al proclamarle Hijo de Dios vivo. Pero al hombre de hoy no le basta esta palabra. Necesita ver nuestro compromiso. Compromiso que puede ser defender al inmigrante que la ley no protege; abogar por el derecho a la vida en toda circunstancia; aceptar a nuestro lado al que no tiene una casa donde vivir; solidarizarse con los necesitados; promover una enseñanza digna y que lleve a una formación integral del hombre; combatir la droga asesina y ayudar a redimirse a los que han caído en ella; dar, en fin, al hombre motivos para vivir y razones para esperar.


 
Hay que dar razón de nuestra esperanza a quien nos la pida. El hombre de hoy necesita esa razón y nos la exige. Nuestra responsabilidad es dársela. Eludirla es cobardía. Asumirla es nuestra grandeza".
 

En el amplio campo del mundo hoy hay tarea para todos. En la profesión, en el trabajo, en la familia, en la política, en la economía, en el tiempo de vacaciones y en el tiempo del trabajo arduo, el cristiano tiene que decir, con su estilo de vida, con su testimonio concreto, y también -¿por qué no?- a veces con su palabra quién es Jesucristo. Hay que dar razón de nuestra esperanza a quien nos la pida. El hombre de hoy necesita esa razón y nos la exige. Nuestra responsabilidad es dársela. Eludirla es cobardía. Asumirla es nuestra grandeza.


Pedro al dar razón de su fe es constituido fundamento de la Iglesia y recibe, bajo el símbolo de las llaves, la nueva autoridad y responsabilidad que se le confía. La fe que confiesa Pedro le transformará también su propio papel en la vida, como lo indica el cambio de nombre.


Basados en el fundamento de la sucesión apostólica celebramos el esplendor de los carismas, la armonía de la unidad y la gozosa posibilidad del perdón.

Que el Señor les bendiga,

Padre Alvaro Huertas

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