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La resurrección del señor es la mejor señal de fe.




Queridos hermanos de Santa Bárbara,

En este domingo san Lucas narra cómo los dos discípulos de Emaús, después de haberlo reconocido "al partir el pan", fueron llenos de alegría a informar a los demás de lo que les había sucedido. Y mientras estaban hablando, el Señor se apareció de nuevo mostrando las manos y los pies con los signos de la pasión y les dijo: “La paz esté con ustedes”. También les dijo: “No teman; soy yo. ¿Por qué se asustan y dudan? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona”. Y les mostró las manos y los pies.


Jesús nos invita repetidamente a vencer la incredulidad porque este acontecimiento extraordinario de la resurrección de Jesús es una verdad fundamental que es preciso reafirmar con vigor en todos los tiempos. Cuando esta realidad se niega, se desvirtúa o se transforma en un acontecimiento puramente espiritual, se desvirtúa nuestra misma fe. "Si no resucitó Cristo —afirma san Pablo—, es vana nuestra predicación, es vana también vuestra fe".


En los días que siguieron a la resurrección del Señor, los Apóstoles permanecieron reunidos, confortados por la presencia de María, y después de la Ascensión perseveraron, junto con ella, en oración a la espera de Pentecostés. Pidamos a María que nos acompañe con su amor maternal en nuestra vida, para que seamos siempre discípulos dóciles y testigos valientes del Señor resucitado. A María le encomendamos las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, especialmente en este momento lleno de sombras. Invocando también laintercesión de san José, a quien este año recordaremos de modo particular.


Padre Alvaro Huertas,, Párroco

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