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La vocación cristiana



Queridos hermanos de Santa Bárbara, También este domingo, como el anterior, el Señor nos habla sobre la vocación. Esta vez, es una invitación a la conversión personal y la conversión de todos los hombres.


La primera lectura nos habla del profeta Jonás, a quien Dios le da una misión muy difícil: Debe ir a una ciudad lejana, Nínive, anunciar la urgencia de la conversión de sus habitantes paganos y además no sabe cómo estas personas van a recibir su mensaje. Jonás, de entrada, es reticente: está convencido de que predicar la conversión a una ciudad de paganos es inútil, puesto que solamente Israel es el pueblo destinado a recibir la salvación de Dios. Sin embargo, para su sorpresa, descubre que los ninivitas escuchan su palabra, creen y se convierten. La conversión es mutua: Jonás debe admitir que no conoce lo suficiente a su Señor, quien tiene una particular misericordia hacia todos los hombres, llamados a reconocerlo y a amarlo.


En contraste, el evangelio nos habla de aquellos pescadores llamados a ser Apóstoles, quienes, al contrario de Jonás, responden en seguida a la llamada de Jesús. Pero ellos, como Jonás, también son llamados a conocer y a amar al Señor hasta el punto de abandonar su trabajo para seguir a un «desconocido».


La vida cristiana parte de una verdadera conversión personal. Cada uno de nosotros debemos renovar continuamente nuestra entrega al llamado de Jesús en las distintas etapas de nuestra existencia. Por lo tanto, nuestra respuesta al Señor debe ser siempre llena de confianza, aun cuando lo que Dios nos pida pueda parecer ilógico e incluso humanamente inútil.

Por último, toda vocación debe ser misionera, ya que cuando recibimos nuestra conversión queremos hacerla llegar a otros. Y el anuncio es más eficaz en la medida en que más se vive, en primer lugar, a nivel personal.


Que la Santísima Virgen María, Reina de los profetas, sostenga a la Iglesia, a los sacerdotes, y a todos los cristianos misioneros por la fe, en este camino de continua conversión y nos obtenga la gracia de un anuncio eficaz.


Padre Alvaro huertas

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