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Preparen el camino del señor



Queridos hermanos de Santa Bárbara,

Hoy Juan el Bautista alza su voz de profeta para que podamos escuchar su mensaje: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”. Juan el Bautista prepara el escenario para la llegada de Jesús.


Algunos pensaban que Juan era el verdadero Mesías, porque hablaba como los antiguos profetas, urgiendo a los hombres para que, con arrepentimiento, salieran de su vida de pecado, recibieran el perdón y volvieran sus corazones a Dios a fin de alcanzar su misericordia. ¡Pero éste es un mensaje para todos los tiempos y todos los lugares! Nunca la humanidad dejará de estar necesitada y con verdadera urgencia, de volver el corazón a Dios para encontrar la paz y la alegría viviendo en la amistad con El.


Juan atraía a las multitudes que lo seguían al desierto, no solo porque en su predicación clara y directa denunciaba las injusticias de los gobernantes y quienes tenían el poder (un acto de valor que fascinaba a la gente del pueblo), sino que también llegaba al corazón de cada persona que le escuchaba acogiendo su mensaje, porque ellos también eran pecadores y debían arrepentirse.


El tiempo de Adviento es un tiempo muy corto y ya está ante nosotros. ¿Estamos preparados para enderezar los caminos hacia nuestro Señor? ¿Podemos convertir este tiempo en un tiempo de gracia para una confesión más profunda, una confesión de vida?

Con cada pecador Juan tenía palabras fuertes que llegaban a lo profundo de cada alma. Por eso, Juan Bautista los atraía, porque entendían el mensaje del auténtico arrepentimiento que él les quería transmitir. El arrepentimiento es algo más que la confesión de un pecado: ¡Es un gran paso hacia el crecimiento del alma! El arrepentimiento debe estar basado en la creencia de que sólo Dios puede perdonar y borrar los pecados y cancelar la deuda que adquirimos cometiéndolos. Sólo Dios puede rehacer mi alma, enderezar mis caminos y devolverme la gracia que perdí ofendiéndole con mis acciones deshonestas. No debemos desaprovechar este tiempo de misericordia ofrecido por Dios. Este es un tiempo apto para llenarnos de este amor purificador que se nos ofrece.


El tiempo de Adviento es un tiempo muy corto y ya está ante nosotros. ¿Estamos preparados para enderezar los caminos hacia nuestro Señor? ¿Podemos convertir este tiempo en un tiempo de gracia para una confesión más profunda, una confesión de vida? Juan pedía sinceridad y confianza: sinceridad con uno mismo a la vez que abandono total en la misericordia Divina. Al hacerlo, ayudaba al pueblo a vivir para Dios, a entender que vivir es cuestión de luchar por encontrar los caminos de la virtud y dejar que la gracia de Dios vivificara su espíritu con su alegría. Esta es la alegría que nos abre el corazón para recibir a todo un Dios omnipotente y eterno, que se acerca a nosotros con la mirada tierna y amorosa de un bebé que no viene a infundirnos temor sino un amor profundo que perdure por la eternidad.


Padre Alvaro Huertas, Párroco

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