top of page

Primer Domingo de adviento




Queridos hermanos de Santa Bárbara,

¡Hoy celebramos el primer domingo de Adviento! La Iglesia comienza a recorrer un nuevo año litúrgico con especial expectación para prepararnos a renovar nuestro corazón. Es un nuevo año donde esperamos seguir creciendo en el amor a nuestro Salvador y en el deseo de poder llegar algún día a disfrutar de Su presencia.


El ha querido hacerse cercano. Vendrá como un pequeño y tierno niño. ¡Lo esperamos con amor y con ansias de que nazca en nuestro corazón! En la primera lectura el profeta Isaías nos va preparando el corazón para la espera del amado. No es una espera cualquiera: de El depende nuestra Salvación y vivir la vida eterna en el gozo de Su presencia. Por eso debemos estar preparados. Jesús advierte en el evangelio que ignoramos cuándo será el momento. Sí, en esta vida hay un momento decisivo.


¿Cuándo será? No lo sabemos y ninguno de nosotros está exento de llegar a ese momento. Es por esto que debemos prepararnos con una actitud de expectación y de concientización: “No vaya a suceder que llegue de repente y nos halle durmiendo”. El tiempo en esta vida es un tiempo para la maduración de nuestra capacidad de amar; no es un tiempo para el entretenimiento. Es un tiempo de preparación para entrar en el gozo de nuestro Dios, a donde pertenecemos.


Ese lugar es nuestro hogar y nos están esperando con verdaderas ansias de vernos allí, en comunión con Dios, con todos los santos y aquellos que nos han precedido. Nuestra vida aquí es un constante comenzar y recomenzar, donde aprendemos, pasamos por muchos momentos decisivos que el Señor nos regala para que construyamos ese camino que nos llevará a alcanzar esa vida eterna. Cada día, cada hora y cada minuto han de convertirse en un tiempo decisivo.


debemos prepararnos con una actitud de expectación y de concientización: “No vaya a suceder que llegue de repente y nos halle durmiendo”. El tiempo en esta vida es un tiempo para la maduración de nuestra capacidad de amar; no es un tiempo para el entretenimiento. Es un tiempo de preparación para entrar en el gozo de nuestro Dios, a donde pertenecemos.

En nuestra vida y en la vida de todos los cristianos, la conversión es ese momento único, en que cada uno recapacita y reconecta con la voluntad de Dios y a partir de allí empezamos a hacer aquello que el Señor nos pide. Pero todavía son más importantes las sucesivas conversiones, las que no terminarán hasta el último de nuestros días. En este tiempo litúrgico nos preparamos para celebrar el gran advenimiento: el nacimiento de Nuestro Rey, Salvador y Redentor. Pidamos a nuestra Santísima Madre, María siempre virgen que nos enseñe a preparar nuestro corazón

para su advenimiento.


Con mi bendición paternal,


Padre Alvaro Huertas

bottom of page