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Jesucristo ha resucitado!

Muy queridos hermanos, la celebración del triduo pascual conmueve a cada comunidad cristiana en su vida más íntima, ya que es todo el pueblo de Dios el que efectúa con Cristo su “paso” hacia el Padre. La noche pascual es la gran noche bautismal del año, y la oración de los fieles se hace más intensa durante los días en que los catecúmenos se preparan de modo más inmediato para morir y resucitar con Cristo.

Por lo mismo, los días de ayuno y penitencia disponen al pecador para su reconciliación con Dios y con los hermanos. A los ya bautizados que renovamos, unidos a los catecúmenos, con esta penitencia, nuestro compromiso bautismal con la conversión, también la Iglesia nos propone un sacramento, el de la Reconciliación; el mismo, sobre todo en este año en el que estamos viviendo una disciplina especial, no se reduce al acto de confesarnos para recibir la absolución, sino que se nos da como una señal mayor de encuentro con Dios y los hermanos en la conciencia y

reconocimiento de nuestros pecados, de los que suplicamos ser perdonados.

Usando el lenguaje bautismal, nuestros pecados son “lavados en la sangre de Cristo” el “Cordero inmolado por nosotros”. Al renovar las promesas del bautismo y participar en el banquete eucarístico en la “Noche Santa”, volvemos a hacer el camino hacia Cristo y volvemos a ser una vez más “Hombres Nuevos”. La Liturgia de la Noche Santa y Bautismal comienza, por esa razón con la proclamación del Pregón Pascual, el canto a Cristo resucitado, para que todo el pueblo esté en la luz: La “Luz admirable” que es Cristo y que lo es, desde ahora y para siempre, en su Iglesia.

En el transcurso de la Noche Santa, participamos en el misterio pascual por medio de la celebración de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. En la segunda misa de Pascua, damos gracias a Dios por la vida nueva, cuya fuente nos ha sido abierta por la resurrección de Cristo. Hoy es la Fiesta de las fiestas y el día de Cristo Señor por excelencia. Hoy Jesús, vencedor de la muerte y del pecado se manifestó a los suyos; hoy se dio a conocer a sus discípulos en el camino de Emaús por medio de la fracción del pan; hoy confirió el Espíritu Santo a sus apóstoles para la remisión de los pecados, y los envió al mundo para ser sus testigos. Por eso cantamos: “Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”. -Todo cristiano revive en este día el misterio que vivieron los discípulos de Jesús. Cristo, nuestro cordero pascual, fue inmolado por cada uno de nosotros. “Muriendo, destruyó nuestra muerte y resucitando, restauró la vida”. Al participar en la mesa del Resucitado, comulgamos en su vida. El Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos hace de nosotros unos “hombres nuevos”, nuevas criaturas, llamados a vivir en la esperanza de nuestra resurrección. Dentro de esta esperanza, “el mundo entero se desborda de alegría”.


Hemos armado esta reflexión final utilizando las mismas palabras de los textos litúrgicos y oraciones del domingo de resurrección; ahora los dejo con los textos bíblicos de las lecturas propias de este Día. – Evangelio de la Vigilia: Mateo 18, 1-10.- 1ª. Lectura del Día: hechos 10, 34ª.37-43.- Salmo 117 (Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya) 2ª. Lectura: Colosenses 3,1-4.- Evangelio: Juan 20, 1-9. Evangelio de la Misa de la tarde: Lucas 24, 13-35. -Quedémonos con el “sabor de la Pascua” al reconocer a Cristo resucitado en el “partir del pan”, también en el que compartimos en la vida con los hermanos.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Padre Alvaro Huertas.

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