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Los misterios de la pasión


Muy queridos hermanos, Este año la Semana Mayor (ósea la Semana Santa, días dedicados, al final de la Cuaresma, al meditar y celebrar con especial solemnidad los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor) en el 2020 adquiere un carácter muy particular entre nosotros y para todos los cristianos en todo el mundo, debido a que prácticamente todos los países y naciones están empeñados en la batalla contra el enemigo casi invisible del coronavirus. Unidos en la alarma por una pandemia universal, también nos vamos uniendo en un propósito común para vencerla.


-Me parece que, como cristianos, nosotros tenemos un propósito común; de salir con sentido y destino al, que debe unir a toda la humanidad.

Es desde esta perspectiva que la Iglesia toda, siguiendo la guía de sus pastores, se une en oración constante, confiada y humilde al Señor de la Vida y de la Historia. Dios Creador, Dios Redentor, Dios Santificador: “Padre, Hijo y Espíritu Santo” está con nosotros y en nosotros, y nos inspira y alienta a asumir este tiempo de prueba con “la Esperanza que no defrauda, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” -Romanos 5, 5-.


Hoy domingo, al igual que el Viernes Santo, conmemoramos la Pasión del Señor. La Iglesia, quiere leer hoy su relato en la asamblea dominical, a fin de que la Cruz de Cristo domine toda la semana: desde el domingo de Pasión, hasta el de Resurrección; celebrando así los dos tiempos de un mismo misterio de muerte y vida. -La Misa de la Pasión de este día va precedida de la Procesión de los Ramos, cuyo recuerdo trasladamos hasta nuestros hogares en los Ramos que, bendecidos en esta ocasión, nos testimonian durante todo el año esa presencia de Cristo, vivo en nosotros por la Fe y la Caridad que anima la vida de los cristianos, de la Iglesia toda. El evangelio de la procesión de hoy lo encontramos en San Mateo 21, 1-11; en el mismo acompañamos a Jesús que llega a la Jerusalén de nuestra Iglesia parroquial, de nuestros hogares, de nuestros corazones.


El relato de la Pasión, que se desarrolla desde la última cena de Jesús hasta su sepultura (Mateo 26, 14-27, 66), queda ilustrado admirablemente con las lecturas y el salmo que le preceden. El Canto del Siervo doliente (Isaías 50, 4-7) y el Salmo 21 (con la Antífona: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) nos hacen participar en los sufrimientos de Cristo ben su pasión: Sufrimiento y abandono humano, pero certeza del triunfo. Después, con la lectura de la carta de San Pablo a los Filipenses (Fli 2, 6-11), en el Himno a Cristo Salvador que el Apóstol recoge e inserta en su epístola a esta comunidad; en el texto leemos que “el Hijo de Dios se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo”.

Esperando y deseando encontrarnos en todas las celebraciones que nuestra parroquia de Santa Barbara les está ofreciendo vía página Web https://www.santabarbaradn.org; Facebook y YouTube debido a la emergencia de salud que enfrentamos y termino este comentario con la Oración de la Colecta de la Misa de este día:


“Dios todopoderoso y eterno, tú quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros sigamos su ejemplo; concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Padre Alvaro Huertas

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